10.2.24

Paisaje de lugares comunes_Enrique Andrés Ruiz_Babelia.



Hace años aún pensaba que mi trabajo, junto al de otros que tanto admiro, podía estar incluido en lo que se podía considerar “visión contemporánea del paisaje”. Pero la realidad de lo que debe ser visible es tozuda: hay inercias que deciden qué obras merecen esa categoría. Incluso ya me siento más relajado sabiéndome artista demodé.

Comentando estas cuestiones con otros artistas del –dicho con media sonrisa- Salón de los Refusés hemos coincidido en que parece ser que estamos como en otra onda, más interesados por un arte sin pretextos. 



Mendia Echeverria.Cartographie Éphémère


El que el articulista, poeta y crítico de arte, Enrique Andrés Ruiz, nos tenga en consideración -a los refusés paisajistas- en la página que dedica en Babelia (Paisaje de lugares comunes,10.02.2024) a la Exposición de CaixaForum, Horizonte y límite.Visiones del paisaje es de agradecer. 

En principio, está el sentirse en tan buena compañía, con Irene Sánchez Moreno, Mendia Echeverría, Miguel Ángel Blanco y Miguel Galano. Pero, sobre todo, por la claridad de lo que expone desde su profundo conocimiento del arte del paisaje, partiendo de esta muestra “que se ciñe a la convención tecnoconceptuosa” tan prototípica de aquello que en arte contemporáneo goza de excelente visibilidad. 




Pensando en ese arte que toca nuestro limo interior, me da la sensación de que este podría ser algo así como un arte no-dual, respecto al mundo. Pues hay otro arte que toma este -desde la distancia- como objeto de estudio y justificación del sentido de su hacer: ¿es necesario justificarlo todo?

Uno se sumerge en el mundo -quedando el ego en el limes, en la orilla- para diluirse en la extensión. El otro se queda flotando, observando cómodamente, gozando de lo anecdótico, lo ocurrente, lo justificativo, lo limitado. 

Uno aspira a un no-decir, el otro impone su relato.






                                                   

12.1.24

el silencioso lenguaje de las cosas




Sí, esto es lo que mis sentidos aprendieron solos:

las cosas no tienen significado: tienen existencia.

Las cosas son el único sentido oculto de las cosas.

Alberto Caeiro


Como en la anterior visita guiada, hablaremos de algunas cosas con el pretexto de estas obras de la exposición. También de que hay que olvidarse de (aparentes) misterios y significados ocultos, y estar más atentos a la "presencia de las cosas". La cosa es un "punto ciego": "lo intransparente".

Byung-Chul Han (No cosas. Quiebras del mundo de hoy) nos dice que, en los tiempos que vivimos, la información representa la realidad. Y en el arte contemporáneo, creo que, especialmente, esta "capa" de información, se impone y anula "el silencioso lenguaje de las cosas". Y "su dominio dificulta la experiencia de la presencia".

Siguiendo a Barthes, -desde la teoría de la fotografía- y extendiéndolo a la realidad, incluso al arte: el studium es aquel que "carece de magia", y "pertenece al orden del to like", mientras que "el punctum de la realidad penetra en el campo de la representación y deja que la presencia irrumpa": sí, está hablando de "epifanía". Sí, esa "punta de flecha" existe.

En otro de los libros de este mismo autor, Ausencia. Acerca de la filosofía del Lejano Oriente, nos recuerda la respuesta de Cunfucio a sus discípulos sobre su mutismo:

"acaso habla el cielo".

27.12.23

Museo de Palencia: 8 notas para el misterio de las cosas de Julián Valle



Texto de presentación de Francisco Javier Pérez Rodríguez, director del Museo de Palencia para la publicación : 8 notas para el misterio de las cosas.

Pocas veces como esta puede decirse que una muestra de arte contemporáneo encaje tan bien en las salas de exposiciones temporales de un museo arqueológico y, especialmente, en este Museo de Palencia. Las delicadas y minuciosas creaciones de Julián Valle pueden ser contempladas con distintas ópticas. Para un arqueólogo no se le escapa el valor documental de los paisajes eremíticos que aparecen representados en las imágenes, así como en algunas de las elaboraciones en arcilla que recrean a escala estos espacios rocosos (aunque contemplado desde la epidermis de su vacío) o en los enterramientos antropomorfos dibujados o rehechos en las instalaciones que se presentan en el suelo. Como ha llegado a decir el autor, pueden ser vistos como ilustraciones de las antiguas expediciones científicas en las que se retrataba sobre el papel lo ignoto de lo hallado. Para el arqueólogo la faceta documental es una de las más importantes de su tarea. Dejar constancia gráfica de lo descubierto, de su estado originario y del proceso investigador es fundamental, porque una vez que el arqueólogo interviene y comienza a desarrollar su labor nada será igual, todo se verá alterado por su excavación. El monumento, yacimiento, enclave, asentamiento o espacio que va a ser investigado es como un libro que solo admite una lectura, pues a medida que se va “excavando” sus páginas van siendo arrancadas, destruidas y hurtadas para otros lectores. Solamente una buena y exhaustiva documentación permitirá una nueva relectura.

Pero las creaciones de Julián Valle trascienden esta lectura meramente descriptiva, refleja el paisaje, que tanto le inquieta desde sus primeras composiciones, en muchos casos real, en otros imaginario, pero todos con un detalle, luz y composición que se podrían encajar en la naturaleza del Alto Arlanza o Alto Ebro.

Esta muestra, como en otras anteriores, no deja de representar ese universo que le tiene atrapado y con el que se siente conectado, ese mundo eremítico, medieval, excavado en rocas perennes que no deja de ser un canto espiritual, místico, una aproximación al interés íntimo creativo, expresado a través de las diferentes materias, arcilla, gres, lienzo, dibujo y acuarela que define su lenguaje artístico. 



Cuándo: desde el 13 de diciembre de 2023 al 31 de marzo de 2024.

Dónde: en el Museo de Palencia(arqueológico)

Plaza del Cordón, 1. Palencia. 

Teléfono: 979 75 23 28. 

Horarios: de 10 a 14 horas y de 17 a 20 horas.

Domingos/Festivos: de 10 a 14 horas.

Lunes cerrado.

Leer texto de J. Valle para la publicación editada por el Museo de Palencia.

20.12.23

8 notas para El misterio de las cosas



Textos para la publicación El misterio de las cosas en el Museo de Palencia, diciembre 2023

Julián Valle, Campillo de Aranda, marzo 2023



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Existencia cóncava

En El silencio del arte, Ramón Gaya nos dice que “la obra no es un fin, sino un tránsito”[1], un lugar de paso. Lo podemos entender también desde la transformación espiritual que acompaña una actividad que desde siempre fue vía de conocimiento. No aspira a un decir, no se le puede añadir nada desde fuera: “el arte no es vestir, sino desnudar”[2].

La mano creadora y el proceso hicieron brotar estas formas; sus adentros espero que sean ese suelo, en buen tempero, listo para ser cultivado por quien quiera contemplarlas. He intentado que sea un interior limpio y despejado que posibilite el contenerlo todo. Un huerto cercado con vocación de “existencia cóncava”[3].

 

 

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La lengua de los pájaros

Ahora reposa tu mano sobre la piedra, en el roce de piel con piel. Y la mirada sobre el fulgor del musgo en esta tarde de febrero. Hemos seguido hacia la cueva por el camino paralelo al río Ciruelos. Pasa por un prado bordeado de  fresnos. Luego sube, estrechándose entre las ramas de los melojos, a punto de desaparecer. 

Nuestra atención queda suspendida en la rama, en el canto de un petirrojo: tan cerca, casi al alcance de la mano. El canto se manifiesta en su esplendor, se abre por entero a lo que nos rodea, como un relámpago. Podría estar posado en nuestro hombro. Está en todo, y está en nosotros, nos atraviesa. Desaparece después de cada sonido. 

Luego vuela hasta fundirse en el aire con el último destello de su canto; como algo que nunca ha existido.


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Saber que se ha llegado

Sé que hay muchos artistas que pueden explicar el significado de lo que hacen. Yo, después de varias décadas elaborando obras, sigo sin descubrirlo ni pretenderlo. No es algo que me inquiete: reconforta encontrar que aquello que fue trasformado en obra, siga acogiendo dentro de sí el misterio de las cosas. Continúan brotando en ellas sensaciones, emociones y constelaciones de significados difíciles de determinar y que no parece necesario explicar. Lo experimento ahora ante aquello que hice tiempo atrás: creo que así sucede cuando algo permanece vivo y latente.


¿Cuándo un trabajo ha llegado a su más alto grado de intensidad, a su término? Solo sabemos que se experimenta una comprensión, un alumbramiento, un saber que se ha llegado. Da la sensación de que estamos ahí inmóviles[4], en presencia de la obra, como en un punto de la inmensidad. Del Isa Upanishad[5]: 


El espíritu, sin moverse, es más veloz que la mente; los sentidos no pueden alcanzarlo, se halla siempre por encima de ellos. Permaneciendo quieto, supera a quienes corren. El espíritu de la vida conduce los ríos de acción al océano de su ser.



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Venerar la receptividad

Desde el inicio de mi trayectoria he trabajado con materiales vinculados a espacios geográficos muy concretos: el encuentro con aquello propio del lugar, la recuperación de técnicas de construcción tradicional, la toma de muestras. Y así es como las obras fueron tomando forma, ampliando los horizontes de lo que entendía en principio como paisaje. Una práctica del arte como vía de aprendizaje, exploración y conocimiento sobre diferentes cuestiones, como la consciencia o la dimensión temporal de nuestra existencia y el habitar. Un conocimiento intuitivo, poético, de apertura al mundo, que nace en nosotros de la receptividad[6]. Para ello parece necesario transformarse  en un simple lugar vacío[7], como dice María Zambrano; para permitir que en los hombros aniden los pájaros. Gracias a ello, convertir un motivo[8] en objeto visiblefijar y compartir. Y así no quede “encerrado en la vida aislada de cada conciencia: la vibración de las apariencias de la que surgen las cosas”[9].

 


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Un viaje a la Sierra Norte

Son dos puertas en la roca orientadas al sur, a cierta distancia de la carretera, como la antesala de esa gran montaña que se encuentra detrás. Nos acercamos y comprobamos que estas dos entradas dan acceso a un mismo espacio, amplio. Una de ellas, de menor altura, permite, a través de un pasillo estrecho y con un recorrido en curva, bañar las paredes con la luz del exterior. Podría cumplir la función de iluminar el habitáculo -desde el lateral izquierdo- de lo que podría ser la cabecera de la nave, perfectamente orientada al este: ¿podría ser un oratorio altomedieval?

 

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En la pared norte, un túnel bajo y estrecho nos conduce a una cámara de mayor altura, y con la longitud suficiente para que alguien pueda estar tumbado. No hay pisadas en el polvo que cubre el suelo, pero sí las marcas que han dejado las culebras durante años. En el centro de la nave vemos un círculo de piedras con leña carbonizada, todo con un mismo manto ceniciento.

Este lugar está situado en una zona apartada[10], ahora ya un desierto demográfico[11].

Este encuentro –con las dos puertas- fue el comienzo de toda la serie de trabajos que dieron forma a El tejido del mundo, inicialmente un proyecto específico para el CAB de Burgos relacionado con el fenómeno rupestre, que ha evolucionado según surgían nuevas piezas.

 

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Visitaba estos lugares, pintaba, modelaba, y consultaba la cartografía y distintas publicaciones relacionadas con estos espacios. Su sencillez y cuidada ejecución acompaña otros atributos de estas construcciones y del entorno que las acoge. Como ese silencio “de transparencia aérea, que vuelve las percepciones más claras, y nos da acceso al mundo ignoto de los ruidos infinitamente pequeños”[12]. En estos interiores hay un vínculo entre la ausencia de ruido y la luz: pues será la  penumbra de estas construcciones lo que permite acceder a cada brizna de luz, al umbral de la hierofanía. Contemplamos estos espacios y ellos nos contemplan. 


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Piel y limen

Cuando pienso en el arte que admiro, me parece que este tiene ese carácter liminar de la piel: que no es interior, ni está fuera. Solo está ahí como algo vivo, y con capacidad de transmitir. También la mano creadora, en ese proceso que nace y se nutre del depósito de la contemplación hasta el desarrollo de la obra, parece quedar apoyada en ese umbral que ella misma ha creado. Es ese el espacio propicio para la contemplación, donde la obra se ha significado como forma[13].

Cuando dibujamos en la superficie plana de un papel, construyendo a partir de las apariencias, algo se hace visible por primera vez alumbrándolo[14] todo: provocando una apertura en la visión. Hasta ese alumbramiento “no existe otra cosa que una vaga fiebre” pues “la concepción no puede ser anterior a la ejecución[15]. Es el resultado de un proceso necesario de tanteo, a través de las formas y el color, lo que nos llevará a la obra realizada…y comprendida: así parece que es, y no de otro modo.

 

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El eremitismo rupestre en la Península Ibérica

Las construcciones asociadas al fenómeno eremítico son de una pobreza y sobriedad extremas: incluso en el caso de las -posibles- iglesias, los detalles se limitan a rústicos bancos corridos, la posibilidad de ábsides dobles o triples, sencillos arcos, bóvedas rústicas, encajes en la piedra para un iconostasio, contraábsides, algún grabado (normalmente diferentes tipos de cruces) y poco más. Es lo único que ha perdurado: en algunos casos pudo haber otras estructuras adosadas, a la vista de los mechinales y alacenas tallados en la roca.

Este movimiento espiritual se inicia en la península ibérica en los primeros años de cristianización de Hispania. Con la época de dominación visigoda como periodo de mayor actividad[16]. Algunas veces la laura[17] será el núcleo fundador que dé paso a un monasterio sujeto a una regla y jerarquía[18].  En la zona norte de España, y especialmente en la parte alta del valle del río Ebro, y sus afluentes, hay una gran densidad de espacios rupestres altomedievales: lauras, iglesias, celdas, algunos reutilizados como necrópolis, junto a otros con una función por determinar[19].

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Estos eremitorios con restos poco visibles, en cambio, ofrecen en muchos casos un entorno que no ha sido excesivamente alterado por el paso de los siglos, algo que sí sucede en los monasterios.

Contemplamos los escasos restos materiales de unos hombres y mujeres cristianos –clérigos o laicos- que se retiraron a estos “desiertos”[20], y optaron por vivir en soledad, aislados, para lograr un más elevado grado de ascesis. Un modo de vida anacorética o semianacorética con origen muy lejano: en el valle y delta del río Nilo. Como la del centenario San Antonio Abad (251-356) que “alcanzó una enorme popularidad en la segunda mitad del siglo IV en todo el mundo cristiano a raíz de la publicación, por el obispo Atanasio de Alejandría, de una Vida griega de Antonio[21], traducida al latín y a otras muchas lenguas posteriormente. Nuestro San Antón será junto a San Pablo de Tebas, Santa María Egipcíaca y Sinclética de Alejandría, uno de estos primeros Padres y Madres del Desierto.


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El misterio de las cosas

 

Sí, esto es lo que mis sentidos aprendieron solos:
las cosas no tienen significado: tienen existencia.
Las cosas son el único sentido oculto de las cosas.

Alberto Caeiro[22]

 

 

Nuestros hábitos, en el fluir cotidiano de la vida, hacen que en nuestra percepción de las cosas vayamos de una a otra, someramente, incluso cuando somos conscientes de que algo podría reclamar una atención más sosegada. Y así dar paso a otra experiencia distinta, a otro reconocer, nada más. Sin dedicar nuestra atención a  lo que palpita bajo la vibración de las apariencias. Aquello que se encuentra ante nosotros, como un eco que responde a la caricia de nuestros sentidos.


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En el arte... dónde está ese misterio. Hay obras -aparentemente complejas- en las que parece imprescindible tener cierto enigma exógeno con su explicación  correspondiente, como destinado a ser solo un bocado exquisito para diletantes.

En otras obras, que se presentan sin complejidades, la profundidad parece manar en su superficie. En su piel, esa que recorremos y habitamos. Como una fuente de la que bebes, y que parece que siempre pudo estar ahí.

Estas se presentan con una fragilidad y delicadeza extraordinarias. No tienen intención, solo presencia. Como la escarcha en la flor, o la luz en la nieve.

 


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ETDM: El tejido del mundo. Selección de obras: 2019-2023 para esta publicación.

 

1    E.T.D.M.23.01. J. Valle, 2023, óleo s. lino, 30 x 30 cm.                                           

2    E.T.D.M.23.02. J.Valle, 2023, óleo s. lino, 30 x 30 cm.                                                             

3    E.T.D.M.22.03. J. Valle 2022, acuarela s. papel khadi 210g./m²

      29.4 x 34.4 cm.           

4    E.T.D.M.22.04. J. Valle 2022, acuarela s. papel khadi 210g./m²

      29.4 x 34.4 cm.           

5    E.T.D.M.22.02. J. Valle 2022, acuarela y grafito s. papel khadi 320g/m²

      21 x 30 cm.   

6    E.T.D.M.22.01. Atman. Río Estena, J. Valle, 2022, Acuarela y grafito

      s. papel khadi 320 g. /m², Ø56 cm.                                                                   

7    E.T.D.M.21.07. J. Valle, 2021, acuarela, pincel seco, s. papel Khadi

      320 g./m², Ø56 cm.                                                                   

8    E.T.D.M.21.08. I Have Seen Similar Stones·H.Gudnadottir…J. Valle, 2021, 

      acuarela, pincel seco y grafito s. papel khadi 320 g. /m² Ø56 cm.                                  

9    E.T.D.M.20.06. J.Valle 2020, cerámica, gres, 10 x 17 x 18 cm.                                         

10  E.T.D.M.19.08. J. Valle 2019, cerámica, gres, 24 x 17 x 19 cm.                                                                

11  E.T.D.M.21.09. lipsanoteca, J. Valle 2021, cerámica,gres, 11 x ø 9.5 cm.                   

12  E.T.D.M.22.05. Raga marwa, J. Valle, 2022, grafito s. papel khadi 400g.

      80 x 200 cm.                                                                                                         

13  E.T.D.M.19.16. J. Valle 2019, Acuarela, pincel seco y tinta s. papel khadi

      400g./m² 135 x 96 cm.                                                                                                       

14  E.T.D.M.21.01. J. Valle, 2021, cerámica, gres, 19,5 x 23 x 30 cm.                              

15  E.T.D.M.20.08. Bereshit: Iris Azquinezer. J. Valle, 2020, acuarela, 

      grafito y pincel seco s. papel khadi 320g./m² Ø 55 cm.                

16  E.T.D.M.21.15. Leyfðu Ljósinu. Hildur Guðnadóttir, J. Valle,2021, 

      acuarela pincel seco y grafito, 

      s. papel khadi 320 g. /m²  Ø56 cm.                                

17  E.T.D.M.19.21. J. Valle 2019, acuarela y pincel seco 

      s. papel khadi 400g./m² 96 x 137 cm.                                                                

18  E.T.D.M.20.07. J.S.Bach: Herr Jesu Christ, … BWV127. J. Valle, 2020. 

      acuarela y pincel seco s. papel khadi 400g./m² 96 x 136 cm.

19  E.T.D.M.19.20. J. Valle 2019, acuarela y pincel seco 

      s.papel khadi 400g./m² 96 x 137 cm.

20  E.T.D.M. 21.14. Resurrection. H. Guđnadóttir, J. Jóhannsson, 

      J. Valle, 2021, acuarela, pincel seco y grafito, s.papel khadi 320g/m² 

      21 x 30 cm.

21  E.T.D.M. 21.06. J. Valle, 2021, acuarela y grafito 

      s. papel khadi 320 g./m² 21 x 29.5 cm.

22  E.T.D.M.19.18. J. Valle 2019, témpera s. papel khadi 400g./m² 

      136 x 96 cm.

23  E.T.D.M.20.01. J. Valle 2020, acuarela y pincel seco, 

      s. papel khadi 400g./m² 137 x 97 cm.

24  E.T.D.M.21.13. 4 lipsanotecas, gres. J. Valle, 2021. 

      Lipsanoteca I: 16 x 19.5 x 14 cm. Lip. II: 15 x 16 x 14 cm. 

      Lip. III: 15 x15 x 15 cm. Lip. IV: 15.5 x 17 x 15.5 cm.

25 E.T.D.M.21.04. J. Valle 2021, porcelana, papel, 5 x 200 x 80 cm.

26  Las Gobas de Laño. Condado de Treviño, Burgos.

       Iglesia superior (Monreal Jimeno, 1989)   

 



[1] Ramón Gaya, “El silencio del arte”, en Obra completa, tomo I, Pretextos, Valencia, 1999, p.81.

[2] Ibid., p.84.

[3] Ibid., p.59.

[4] “La inmensidad es el movimiento del hombre inmóvil” (Gaston Bachelard, La poética del espacio, Fondo de Cultura Económica de Argentina, Buenos Aires, 2000, p.164).

[5] “Este Upanishad toma su nombre del verso que le da inicio: “El Señor (Isha) baña con su presencia todo este universo” (Upanishads, versión de Juan Mascaró, Penguin Random House, Barcelona, 2022, p.65).

 

[6] “La receptividad es lo que precede y el conocimiento lo que sigue” (Shitao, “Venerar la receptividad”, Discurso acerca de la pintura por el monje Calabaza Amarga, Universidad de Granada, Granada, 2012, p.65).

[7] “Sobre los hombros del poeta anidan también los pájaros; con los brazos abiertos ante la creación el poeta se abre a todas las cosas, se ofrece, íntegramente sin ofrecer resistencia a nada, quedándose vacío y quieto para que todas las criaturas aniden en él; se convierte en simple lugar vacío donde lo que necesita asentarse y vaga sin lugar, encuentre el suyo y se pose” (María Zambrano, “Conocimiento poético, en Pensamiento y poesía en la vida española. Edición digital basada en la edición de México, La Casa de España en México, 1939. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2000).

[8] No nos referimos al tema, o a un elemento que se repite en una obra de arte. Más bien al motivo, “causa o razón que mueve para algo” (R.A.E.): “ya tengo mi motivo, decía Cézanne (…) entonces empezaba el cuadro por todas partes a la vez (…) y la imagen iba acercándose a su plenitud”. (Maurice Merleau-Ponty, La duda de Cézanne, Casimiro, Madrid, 2018, p 47).

[9] Id.

[10] Es una cueva situada en la Sierra Norte de Guadalajara, perteneciente a Ujados. Altomedieval y de cronología y uso indeterminados, probablemente eremítico (Daza Pardo, 2007). Es una zona muy densa (una docena de estas están localizadas en una línea imaginaria de 10 km) con construcciones de diferente tipo que parecen asociadas en muchos casos al hábitat eremítico. Por el momento, las primeras evidencias de cristianización de este espacio rural: “son estos ejemplos de monacato primitivo, de tipo oriental, que podríamos datar en el s. VI –VII”.  (Enrique Daza Pardo, “La edilicia rupestre en el norte de Guadalajara”, en Codex aquilarensis, nº23. Fundación Sta. Mº la Real. C.E.R. , Aguilar de Campoo, Palencia, 2007).

[11] Guadalajara es uno de los desiertos demográficos de Europa: 4,30 habitantes/km(2018).

[12] Alain Corbin, Historia del silencio, Acantilado, Barcelona, 2020, p.34.

[13] «El signo significa, mientras que la forma se significa» (Henri Focillon, La vida de las formas y Elogio de la mano, Xarait Ediciones, Madrid, 1983, p.10).

[14] A este “alumbramiento” se refiere J.Á. Valente cuando habla de la materialización del poema. (José Ángel Valente, “Cómo se pinta un dragón”, en Obra poética 2, Material memoria (1977-1992), p. 11).

[15] Maurice Merleau-Ponty, La duda de Cézanne, Casimiro, Madrid, 2018, pp. 49 y 50.

[16] Hay una data en la iglesia rupestre de San Martín de Villarén que sitúa su fundación o reforma en el año 587 d.C. (Luis Alberto Monreal Jimeno, Eremitorios rupestres altomedievales. El alto valle del Ebro, Univ. de Deusto, Bilbao, 1989, p.369).

[17] Laura: colonia de celdas separadas y alguna construcción de uso comunitario.

[18] Idealización de cómo surgieron y evolucionaron los asentamientos eremíticos a monasterio-aldea (Gonzalo Alcalde Crespo, Iglesias rupestres. Olleros de Pisuerga y otras de su entorno, Edilesa, Trobajo del Camino, León, 2007, p. 6 y ss.).

[19] Muestra de ello es la magnífica publicación del historiador Luis Alberto Monreal Jimeno, op. cit.

[20] Eremita del lat. tardío eremīta, y este del gr. ἐρημίτης erēmítēs, der. de ἐρημία erēmía 'desierto', 'soledad'. (R.A.E.)

[21] Silvia Acerbi y Ramón Teja, “Las raíces del eremitismo cristiano: la vida en el desierto concebida como conquista del cielo en la tierra”, en Monacato espontáneo. Eremitas y eremitorios en el mundo medieval, Fundación Sta. Mª la Real. C.E.R., Aguilar de Campoo, Palencia, 2011, p.11.

[22]Fernando Pessoa, Poemas de Alberto Caeiro, «El guardador de rebaños», XXXIX, Visor, Madrid, 2011, p.103.