6.2.16

Cristóbal, santo patrón de los ogros_Un roce que toma posesión de la materia profunda

Icono de San Cristóbal. 
Biserica "Naşterea Domnului” din Sărata.
Rumanía. S.XIX


"¡Nunca hubiera creído que llevar un niño en los brazos fuera algo tan hermoso!”
(El rey de los alisos. Michel Tournier)

"No hay nada como la admiración. Exultar porque te sientes abrumado por la gracia de un músico, la elegancia de un animal, la grandeza de un paisaje, incluso el horror grandioso de un infierno, son cosas que dan sentido a la vida. Quien no es capaz de admiración es un miserable. (...) Nuestros límites, nuestras insuficiencias, nuestras pequeñeces tienen su cura en la irrupción de lo sublime ante nuestros ojos."[1]

Hay un libro que celebra la riqueza inagotable del mundo: no puede tener otro título que Celebraciones de Michel Tournier. Más allá de su aparente disparidad, estos ochenta y dos textículos (sic) hablan del valor fundamental de la rodilla o del odio que se tienen los árboles entre sí. 
Dedica también un capítulo a Cristóbal, santo patrón de los ogros. Los ogros literarios y los ogros reales más terribles que la más aterradora de las leyendas, como el noble bretón Gilles de Rais, torturador, violador y asesino de niños y niñas[2]: el fiel compañero de Santa Juana de Arco en la fase final de la Guerra de los Cien Años. El que siempre lucho con ferocidad en la primera fila, al frente de sus soldados. Michel Tournier les dedica -para mí- su mejor libro, Guilles y Juana
Nuestro ogro emprende un viaje desde su amor platónico por Juana, a la que no pudo salvar -siendo ya mariscal de Francia- ayudado por un ejército de mercenarios. Atravesado desde la infancia por un fuego como el que convirtió en cenizas a la Doncella de Orleans creará en su castillo el escenario de sus crímenes que le llevarán a la horca junto con sus colaboradores. Aunque se conserva su confesión se dice que parte de ella fue eliminada al considerar los jueces que era tan terrible que no debía ser registrada. Nos dice en ella:  
 
"Creí en el infierno antes de poder creer en el cielo. Uno se cansa y aburre de lo ordinario. Empecé matando porque estaba aburrido y continué haciéndolo porque me gustaba desahogar mis energías. En el campo de batalla el hombre nunca desobedece y la tierra toda empapada de sangre es como un inmenso altar en el cual todo lo que tiene vida se inmola interminablemente, hasta la misma muerte de la muerte en sí. La muerte se convirtió en mi divinidad, mi sagrada y absoluta belleza. He estado viviendo con la muerte desde que me di cuenta de que podía respirar. Mi juego por excelencia es imaginarme muerto y roído por los gusanos”.

 
 Gilles de Laval, sire de Rais, compagnon de Jeanne d'Arc, 
Maréchal de France (1404-1440)
 Éloi Firmin Féron Huile sur toile (1835)

Juana de Arco (1412-1431)Óleo sobre pergamino, s.XV,
Archivos Nacionales de Francia.

 
Juana de Arco representada a caballo en una ilustración de un manuscrito de 1505. 

En El rey de los alisos Tournier volverá al tema de su ogro San Cristóbal bajo el nombre de Abel Tiffauges, un personaje aparentemente gris que en principio podría ser un pedófilo, prisionero de guerra de los alemanes después aparecerá como empleado de un colegio que educa a la élite de las juventudes hitlerianas. Allí al final de la guerra esconderá y alimentará a un niño judío. Con él huye llevándolo a hombros como San Cristobal recordando el poema de Goethe, El rey de los Alisos:

¿Quién cabalga tan tarde en la noche y el viento?
Es un padre con su hijo.
Estrecha en sus brazos al pequeño.
Le da calor y le protege. 

Franz Schubert: Erlkönig
The Schubert Project: http://schubert.oxfordlieder.co.uk. Music by Franz Schubert. Poem by Johann Wolfgang von Goethe (see below for translation). Daniel Norman - Tenor. Sholto Kynoch - Piano. Jeremy Bidgood - Director & designer

Volviendo al libro Celebraciones, continuando con los niños, en el capítulo Naturalia recuerda Tournier a su profesor Gastón Bachelard en su cátedra de filosofía de la Sorbona "blandiendo dos juguetes infantiles –peonzas de madera- que el niño toca, e incluso chupa, tanto como mira: el grano, las líneas y los nudos contenían una lógica e incluso una moral muy provechosas para el niño, nos decía."

Continua Tournier recordándonos que sólo la madera se puede tocar. Y preguntándose qué es una caricia, se contesta: es un roce que toma posesión de la materia profunda.



[1] Michel Tournier, introducción de su libro Celebraciones.
[2] Entre 60 y 200 víctimas (en la confesión no recuerda el número) entre 6 y 14 años, de ambos sexos.

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