José Ramón Marín Gutiérrez -Ramón Sijé- (Orihuela,1913 - 1935) fue un
escritor, vecino de niño, amigo de Miguel Hernández, y admirador
entusiasta de su obra poética. Compartieron ideales políticos y
literarios: Ramón fue ferviente católico, defensor de la República y,
al principio, compartieron ambos ideario falangista.
Ramón busco editor en Murcia para la obra de Miguel Perito en lunas que el mismo prologó.
Miguel publicaría sus poemas en la revista El gallo en crisis (subtitulada libertad y tiranía) que fue un proyecto literario de Ramón Sijé que desde el catolicismo tenía una actitud crítica con la realidad del momento (1934-35) En esta revista publicaría también Luis Felipe Vivanco y Luis Rosales (que colaborarán más adelante en la revista literaria falangista Escorial) Ello sirvió para que Miguel Hernández conociera a José Bergamín que editaría su auto sacramental 'Quién te ha visto y quién te ve, y sombra de que lo eras'.
En 1935 la ideología de Miguel Hernández cambia de rumbo (en 1936 se afiliaría al Partido Comunista de España) y empieza su relación con el entorno de Pablo Neruda que le influiría para considerar su relación con Ramón como un lastre. En esa época comienza a colaborar con las Misiones Pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza.
Cuando
Ramón muere a los 22 años, el 24 de diciembre de 1935, de septicemia
Miguel escribe en 15 días (acabada el 10 de enero de 1936) esta
bellísima y doliente Elegía a Ramón Sijé, que aparece en su libro El
rayo que no cesa en 1936.
Elegía a Ramón Sijé
(En Orihuela, su pueblo y el mío,
se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracoles
Y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofe y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte
a parte a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de mis flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas…
de almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Miguel Hernández, 10 de enero de 1936.
2 comentarios:
Hermosas palabras de un poeta a otro, sin duda lo que une a un ser humano con otro ser humano está mas allá de cualquier expresión escrita, la ausencia y partida de un amigo y el dolor que eso implica no detiene la pluma en la mano temblorosa humedecida por una lágrima derivada de un sentimiento tan real como el amor.
Es un dolor propio que trasciende, como sólo lo puede hacer el ARTE, desde la experiencia personal a la humanidad toda.
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