El hombre que plantaba árboles


Hace algunos años un libro de Jean GionoEl hombre que plantaba árboles, me proporcionó algo más que vivir una pequeña historia con un regusto intenso y maravilloso. Me ofreció también la posibilidad de participar en una –modesta- continuación  de su historia. Con un saquito de bellotas sembré en una zona que en otro tiempo fue cañada, y donde aún sobrevivía alguna carrasca testigo de bosques pasados. 
Cada vez que voy por allí intento ver si sobrevive algún ejemplar de los cinco que nacieron en los 3 primeros años –en el exlibris de mi libro tengo fecha del 2002 - o si nació alguno más: en verano, en este terreno áspero, siempre  destacan las pequeñas ramas verdes. Posiblemente, con más información, o con los consejos de Jose Luís (que sigue la estela de Giono) y de su Plantar Árboles habría tenido más éxito. Bueno….se puede intentar de nuevo.

Junto a una fuente crece una mimbrera que se desarrolló a partir de una rama, y ramas de mimbre y pelusos del chopo negro son ahora árboles en una charca: el libro fue también semilla.

Para hablar del autor y de este libro no hay nada mejor que la palabra justa de Saramago. Él sabe, como Giono, lo que significa plantar un árbol.




Jean Giono Por José Saramago

Imagino que Jean Giono habrá plantado no pocos árboles durante su vida. Sólo quien cavó la tierra para acomodar una raíz o una esperanza de que venga a serlo podría haber escrito la singularísima narrativa que es “El hombre que plantaba árboles”, una indiscutible obra maestra del arte de contar. Claro que para que tal cosa sucediese era necesario que existiese un Jean Giono, pero esa condición básica, afortunadamente para todos nosotros, era ya un dato adquirido y confirmado: el autor existía, lo que faltaba era que se pusiese a escribir la obra. También faltaba que el tiempo transcurriese, que la vejez se presentara para decir: “Aquí estoy”, pues tal vez solo con una edad avanzada, como ya entonces era la de Giono, es posible escribir con los colores de lo real físico, como él lo hizo, una historia concebida en lo más secreto de la elaboración de ficción. El plantador de árboles Elzéard Bouffier, que nunca existió, es simplemente un personaje construido con los dos ingredientes mágicos de la creación literaria, el papel y la tinta con que en él se escribe. Y con todo, acabamos conociéndolo a la primera referencia que de él se hace, como alguien a quien estuviéramos esperando hace mucho tiempo. Plantó miles de árboles en los Alpes franceses, después esos miles, por acción de la propia naturaleza así ayudada, se multiplicaron en millones, con ellos regresaron las aves, regresaron los animales de los bosques, regresó el agua, allí donde no había nada más que secano. En verdad, estamos esperando la aparición de unos cuantos Elzéard Bouffier reales. Antes de que sea demasiado tarde para el mundo.



El hombre que plantaba árboles de Jean Giono, está publicado en una cuidada edición por la editorial José J. Olañeta en su colección Torre de Viento, ilustrado por Michael McCurdy. Esta editorial es un nido de publicaciones interesantísimas, por ejemplo, y yéndose por las ramas: una selección de los Diarios de Henry David Thoreau (1817 - 1862) o La vida en los bosques. Recuerdos de infancia de un indio siux de Charles A. Eastman (Ohiyesa, Ganador en lengua siux) (1858- 1939) Muy recomendables.

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