Julián Valle, Campillo de Aranda, marzo 2020.
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La
tierra adentro
…la
mano conoce por instinto la pasta
perfecta. Una imaginación material normal
pone al punto esa pasta
óptima en la mano soñadora.
Preámbulo
Es el momento de una afinación
con el lugar: con el viento en la alameda y la alondra en el-su cenit, con la
perfección del surco, con el limo gris bajo el puente y el traqueteo de un
motor lejano…con la gradación cromática de la tierra arada que no conoce
linderos, términos, fronteras o heredades.
Deambular
Y al paso responde otro paso,
como el eco de otros que antes fueron dados y que a ellos se unen. Sobre la
huella, sobre la huella, sigo trazando este camino a través de la tierra de campos. Un camino
que acompaña al río hasta sus fuentes, que traspasa montañas, quizá hasta
hacerse a la mar.
Un paso que ahora parece tener un
sonido distinto, como si no llevase un
hombre.[2] Estamos en la tierra adentro, en la profundidad del orbe, en su fondo más
luminoso.
La mano
Como podemos ver en estos
espacios todas las obras coinciden en dar importancia a su realización
material. No podía ser de otra forma cuando el material es el barro…y cuando es
arte hecho con las manos. Henri
Focillon cree necesaria la participación de la mano para que el poder receptivo o inventivo del
espíritu vaya más allá del tumulto interior. El artista -dice Focillon
en su Elogio de la mano- tiene todavía la facultad de ver el mundo como nuevo:
«ha guardado el
sentimiento mágico de lo desconocido, pero, sobre todo, la poética y la técnica
de la mano. (…) Toca, palpa, calcula el peso, mide el espacio, modela la
fluidez del aire para prefigurar en él la forma, acaricia la corteza de las
cosas: con el lenguaje del tacto compone el lenguaje de la vista.»[3]
«Es, en primer lugar, artesano y alquimista (…) Los siglos han pasado
por él sin alterar su vida profunda.»[4]
La tierra adentro
Para el alquimista Le Cosmopolite «la tierra es un elemento
muy propio para ocultar y manifestar las cosas que se le confían.»[5] También
la obra oculta y manifiesta, pero ese albergar dentro de sí no quiere decir que se oculte un significado concreto:
esto que ves no quiere decir algo, «no remite a un significado como un signo, sino
que se muestra en su propio ser.»[6] Ya que «aquello
que así surge y se oculta constituye, en su tensión, la configuración de la
obra de arte.»[7]
Por ello es necesario detenerse ante las obras, dejar que la
mirada repose en ellas. Pero esto no quiere decir que seamos sujetos pasivos. Como
esa pasividad a la que invitan esas llamadas exposiciones de arte que prescinden -sorprendentemente- de la
verdadera obra para montar un espectáculo
de luz y sonido[8],
como una especie de moderna caverna
platónica. Que muestran tanto y nos
deja tan poco. Por contra está la obra que deja poso, que persiste, que reposa
en el fondo. Ese depósito en el fondo[9]
que se remueve cuando, en nuestro
recorrido vital, lo depositado vuelve a salir a nuestro encuentro: como un
volver a caer en la cuenta, con un no saber sabiendo. Este no saber sabiendo de S. Juan de la Cruz[10] es el de la experiencia mística. Para
Antonio Gamoneda, y para Valente, también
es el de la experiencia poética,
puesto «que no sé lo que sé hasta
que no me lo dicen mis propias y ya escritas palabras».[11] Esto se podría aplicar a todo tipo de
creaciones…sinceras, nos habla de un proceso de creación -independientemente de
su soporte- que como la poesía, a decir de Gamoneda -siguiendo a T.S. Eliot- es
«antes sensible que
inteligible».[12]
Por ello no es necesario un decir sobre cada una de estas obras,
solo hay que contemplarlas.
Julián Valle.
Campillo de Aranda, febrero, 2020
[1] Bachelard, Gaston. La tierra y los ensueños de la voluntad. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1991, p. 92.
[2] Tomado del Canto del caminar de Claudio Rodríguez, que así comienza:
Nunca había sabido que mi paso
era distinto sobre tierra roja,
que sonaba más puramente seco
lo mismo que si no llevase un hombre,
de pie, en su dimensión. Por ese ruido
quizá algunos linderos me recuerden.
Rodríguez, Claudio . Desde
mis poemas. Don de la ebriedad. Madrid: Ediciones Cátedra, 1992, p. 49.
[3]
Focillon, Henri. La vida de las formas y
Elogio de la mano. Madrid: Sarait Ediciones, 1983, p. 76.
[4]
Ibíd., p.77.
[5] Alexandre
Seton o Michel Sendivogius. La nouvelle lumière chimique pour servir
d’éclaircissement aux trois Principes de la nature exactement décrits dans les
trois Traités suivants: Le Traité
du Mercure, Le Traité
du Soufre, Le Traité du vrai Sel des Philosophes. Suivi des Lettres
Philosophiques du même auteur — 1691. Chapitre II : De l’Élément de la Terre. Ginebra:
Arbre d’Or, 2011, p.105.
[6] Gadamer, H.- G. Los
caminos de Heidegger. Barcelona: Herder, 2002, p.103.
[7] Ibíd., p.107.
[8]
«Moldes
estructurales de visión y de consumo (…) aunque las cosas ya no sean cosas.
Sino máscaras. Débiles sombras. Acaso simulacros. Sustitutos de ideas. Ideología.
Pura ideología. En estado bruto. Muy bruto.»
Pérez Rodrigo, David. Malas artes.
Experiencia estética y legitimación institucional. Murcia. CENDEAC, 2003, p.74.
[9]
Esto me recuerda también el proceso de decantación, de purificación de la
arcilla.
[11]
Gamoneda, Antonio, y Universidad De Alcalá. Antonio Gamoneda, Premio
Cervantes 2006. Palabras de Antonio
Gamoneda en el acto de entrega del Premio de Literatura en Lengua Castellana
Miguel de Cervantes 2006. Alcalá De Henares: Universidad De Alcalá, 2007, p.5. Disponible en web: https://biblioteca.uah.es/otros/documentos/2006_AntonioGamoneda.pdf
Alta concentración de experiencia y conocimiento de la cerámica en este rinconcito de Monzón.
Tres amigos: Delso, Monona y Félix
foto Gerardo López
Espacio NEXO990: P-990, 34410 Monzón de Campos, Palencia
¿dónde está? MAPS
Horario de visitas a la exposición
viernes de 19 a 20:30 h
sábado de 12 a 13:30 y de 19 a 20:30 h
domingo de 12 a 13.30 h.
sábado de 12 a 13:30 y de 19 a 20:30 h
domingo de 12 a 13.30 h.
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