-Señor, si tú quitas de ti esa luz deslumbrante, podremos seguir aquí. De otro modo nuestros ojos se cegarán. Por esa luz nosotros y el mundo entero estamos turbados.
-Este es el ropaje con el que he sido vestido desde el Principio, antes de todo lo creado, antes de que en el firmamento se encendieran las diminutas candelas que quedaron flotando como en un lago de aceite. Y este es un abismo que extiende y contrae su infinita negrura. Y está latiendo. Y es como el corazón de un dragón que a si mismo se devora.
Bebed mientras tanto del conocimiento, pero antes es necesario apartar el velo que la superficie oculta.
Y cesó de hablar.
-Señor, no te incomodes contra mí, si yo quiero averiguarlo todo con interés: ¿dime entonces cuál es el sentido de este velo?
Y Él lo toma de los hombros, y con gran ternura lo vuelve. Y lo torna. Y tomando una espina de su frente -como quien toma un pensamiento- lo hiere amoroso en las yemas de cada uno de sus Cinco dedos, en las Dos manos, hasta hacer Diez pequeños surtidores. Y toma las manos de este ser dócil y gentil, de este que pide le sea concedido el saber que tanto ansía. Y mueve estas manos, ahora muy abiertas, y lo hace sobre la blanca luz que lo orna. Y va creando con cada pequeña gota un universo: miríadas de nebulosas de sangre y sombra. Allí quedarán agrupadas, formando festones, suspendidas en un abismo de luz.
Y estas formas vibrantes que ahora se reproducen, ved como se unen a otras, sus hermanas. Y como, con presura, van creando nuevas y más complejas formas. Y al tiempo veremos un espacio limitado y abierto. Y tras el, un disco giratorio dividido en dos regiones: en una reina un astro y su luz, y en otra su reflejo en las sombras. Y al tiempo, también, como lo pueblan las formas.
Y entonces tomando Luz Pura, la acarrea para hacer las almas de los hombres, y las de los reptiles, y las bestias de carga, las de todos los animales. Y las de los pájaros. Para ser almas que moren en este lugar.
Todo se hizo según el modo que os he dicho.
Y después de esto, la voz de la luz deslumbrante se acercó, y le habló delicadamente al oido.
-He aquí el velo, querido mío. Y me congratula verte ahora tal y como estás, absorto con esta visión -a pesar de los Diez pequeños Dolores- contemplando la belleza de estas formas. Goza con ello mientras aún circule este preciado néctar que te va a permitir amar y vivir. Y mientras, vive feliz habitando en tu propia sombra.
Y allí estarás hasta que el tiempo se haya cumplido. Y entonces ven pues a nos, una vez ya superado este Primer Misterio de la Perfección, del primer misterio determinado por el Inefable.
Y te conduciré entonces mi bien amado
a las regiones de aquellos que recibieron los Misterios de la Luz:
y la tierra de su suelo te parecerá semejante a la luz del sol
de aquel otro mundo del género humano
que fue creado por las sombras que de ti nacen.
Julián Valle. 2017 oct.22
Texto inspirado en la serie de 14 fotografías de Javier Ayarza, El fin de los días, realizadas para PALACIO DEL TIEMPO, expuestas en el Huerto del Tertuliano de Fuente Olmedo, Valladolid. Y a la par en el Evangelio -copto- de Valentino (Pistis Sophia. Opus Gnosticum Valentino Adjudicatum est) Valentín nació probablemente en el litoral de Egipto, llegó a Roma el año 140 desde Alejandría.
Javier Ayarza, 2017
El fin de los días. (12+2) 14 fotografías
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