Tiempos del Sueño. Templo. 07.89
Julián Valle 1989
Óleo s. lino: 134 x 199 cm.
Mesa y vitrina: 108 x 44 x 44 cm.
(conteniendo un vaso-recipiente cerrado de calabaza)
Totales: 204 x 220 x 44 cm
Julián Valle 1989
Óleo s. lino: 134 x 199 cm.
Mesa y vitrina: 108 x 44 x 44 cm.
(conteniendo un vaso-recipiente cerrado de calabaza)
Totales: 204 x 220 x 44 cm
Es algo realmente admirable el que, (en) su pequeñez,
(este
templo) sea semejante al ancho mundo.
San Máximo el Confesor. (580-662)
En 1989 la pintura y los objetos se asociaban y se
complementaban en una misma obra. Podían sugerir un objeto y la imagen del
contexto (paisaje) donde fue hallado con una presentación de tipo museístico.
Actualmente los dos soportes se han independizado pero cuando tengo oportunidad
los asocio ya que realmente no son dos líneas de trabajo distintas, más bien el
propio proceso es el que lleva la obra por derroteros distintos pero
participando de la misma experiencia de inmersión en el paisaje.
Tampoco he abandonado mi interés por la experiencia religiosa y
su relación, convivencia, o puede que nacimiento común al mismo tiempo que el
arte. Todo relacionado con el habitar: la relación física y espiritual
con el espacio que nos rodea, su relación con los primeros refugios -con los
construidos por el hombre especialmente- la transformación del entorno. Y los rastros
que pueden quedar de todo ello: en los objetos encontrados, el arte parietal o
los rastros en nuestro propio comportamiento, visión del espacio y relación con
el mismo.
He recuperado en mi trabajo reciente, respecto de obras como
ésta que ahora presento, una característica que aparece en otros trabajos a lo
largo de mi trayectoria: no existe una evidencia de que la imagen pertenezca a
un tiempo determinado. He pensado que así, como imagen fuera del tiempo, quizá
la inmersión en "lo temporal" sea aún mayor. También quería destacar la valiosa influencia de las lecturas -principalmente- de Mircea
Eliade: una obra que me apasiona. Tiempos del Sueño [1] toma su título de un
tema de especial interés para este autor: la supervivencia del mito del
eterno retorno, la abolición del tiempo, el final de la
historia. ¿Cómo soportar el terror a la historia si la
historicidad de la existencia humana -Heidegger- "impide abrigar
cualquier esperanza de transcender el tiempo de la historia?”[2]
Cuando trabajaba con "Tiempos del Sueño"otra de las
influencias fundamentales fueron las investigaciones sobre arte y religión en
el paleolítico de André Leroi-Gourhan, o mejor dicho, la discusión sobre
lo origen común de religión y arte. Dice este autor de Las religiones en la Prehistoria:
"La discusión
flaquea en su base si se separa al artista, creador de formas, del hombre
religioso, dedicado tan sólo a representar dioses. Incluso en las obras menos
figurativas y más despojadas de contenido religioso. El artista es el creador
del mensaje; ejerce a través de las formas una función simbolizadora que asoma
también en la música o el lenguaje."[3]
Mucho han avanzado las investigaciones en este campo, desde la
fecha de publicación de la obra citada, en 1964. El contribuyó a desterrar la
visión del hombre primitivo, tan deudora de la etnografía más caduca, que aún
sigue arraigada en la mentalidad común: magdalenienses vestidos con los harapos
de australianos con prácticas religiosas de pigmeos “sacadas al azar de los
relatos de viajeros en las antípodas, injuriosas para los propios pigmeos o
fueguinos.”[4] Lo que nos decía este
autor es que los objetos religiosos de los actuales primitivos se vinculan con
un pensamiento coherente, a pesar de que para un europeo su lógica puede
parecerle absurda. Pero Leroi-Gourhan prefiere renunciar a este “legado” de la
etnografía y hacer un nuevo inventario de las imágenes del paleolítico, “no
para averiguar si danzaban adornados con cornamentas, sino a qué correspondía
la generalidad de sus ideas acerca de aquello que podía dejar testimonios con
representación figurada.”[5]
A pesar del tiempo
transcurrido los enfoques y razonamientos de Leroi-Gourhan mantienen su validez
que no están condicionados por nuevos hallazgos, aunque alguno de ellos, como
el descubrimiento de las magníficas pinturas de Chauvet Pont
d´Arc en 1994 desmonten estilos asociados a cronologías, en este caso
corresponderían al Auriñacense estilo IV, o sea simplificaciones de figuras y
vaginas esquemáticas nada que ver con la maravilla de Chauvet. Cuando nos
decidimos a explorar este mundo, tan envuelto en brumas, no deja de
sorprendernos la variedad y riqueza de formas, soluciones y estilos, y en
muchos casos su sorprendente belleza. ¡Pero hay tanto desaparecido o por
conocer!... de algo que comenzó hace más de 30.000 años.
[1]
“Los mitos totémicos australianos (…) se cuenta cómo, en el "tiempo del
sueño" (alcheringa) -es decir, en el tiempo mítico- estos Seres
Sobrenaturales hicieron su aparición sobre la Tierra y emprendieron largos
viajes, parándose a veces para modificar el paisaje o producir ciertos animales
y plantas, y finalmente desaparecieron bajo tierra.” Eliade, Mircea. Mito Y realidad.
Barcelona: Editorial Labor, 1991. p. 11.
[2]
Eliade, Mircea. El mito del eterno
retorno. Madrid: Alianza Editorial, 1989. p. 140.
[3]
Leroi-Gourhan, André. Las religiones en la Prehistoria. Barcelona: Editorial Lerna, 1987. Pp 75,76.
[4]
Ibid., p.76.
[5]
Ibid., p.78.
Eliade, Mircea. Historia de las creencias religiosas, de la Edad de Piedra a los Misterios
de Eleusis. Vol.I Barcelona: Paidós, 1978.
Eliade, Mircea. Mito Y
realidad. Barcelona: Editorial Labor, 1991.
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