A Schopenhauer se le puede considerar un filósofo romántico por su visión dolorosa del mundo, su ascetismo negativo como actitud ante ello, negación de la voluntad de vida y resignación en el dolor, y sobre todo por su afirmación de la voluntad como única energía en el mundo, de la que todo son sus manifestaciones: lo múltiple –el Todo- reducido a la unidad. Este principio inspiró a los hermanos Schlegel, a Novalis, Hölderlin, Hegel y Schelling. Pero también vemos -con Shopenhauer- en qué consiste esa unidad tan diferente.
lo que queda tras la total supresion de la voluntad es, para todos aquellos que están aún llenos de ella, nada. Pero tambien, a la inversa, para aquellos en los que la voluntad se ha convertido y negado todo este mundo nuestro tan real, con todos sus soles y galaxias, es nada.[1]
A Shopenhauer le interesa un arte más allá de lo bello, como modo de conocimiento. Un arte que nos remita a la voluntad, la verdadera esencia del mundo.
En los años salvajes de la filosofía alemana las artes y la filosofía parecen estar finamente imbricadas. Como hemos visto los conceptos se ilustraron con imágenes, y las imágenes nos sumergen en conceptos. La sentencia de Horacio «ut pictura poesis» de tanta influencia desde el Renacimiento, se podría aplicar en esta época de sentimiento y pasiones sustituyendo, en este caso poesía por filosofía.
Respecto a la pintura de paisaje, en el ámbito alemán, ésta tiene un relieve especial [2]como género, en el contexto del arte romántico, no sólo por el número de sus cultivadores, sino incluso porque ha llegado a interpretarse, y no sin razones, como elemento sintomático de las intenciones estéticas de aquel período. [3]
Como una obra contemporánea de Schopenhauer, que pudiese ilustrar su idea de lo sublime, como si fuera un umbral que pudiese dar paso a la revelación de esa voluntad schopenhaueriana, dos obras paradigmáticas de la pintura de paisaje alemana y referente de tantas en el futuro: El Océano Glacial y Monje en la orilla del mar, ambas de Caspar David Friedrich. Otras obras de este autor tienen claramente una intencionalidad cristiana, o panteísta, pero éstas creo que van más allá y pueden ilustrar una sublimidad cercana a Schopenhauer.
¿Dónde
nos ha llevado este viaje de Shopenhauer?: en El Océano Glacial de
Friedrich, vemos que el barco -el Hoffnung (Esperanza)- quedó atrapado por los
hielos. Montañas de hielo que
se
repiten como un eco sobre la blanca superficie. El barco se ha destrozado en
este encuentro. El conjunto se eleva y pudiera hundirse en el momento
siguiente: los peldaños de este templo de la naturaleza conducen a la nada.[4]
Esta nada a la que se refiere
Jensen puede ser la nada que cierra –o abre- como colofón de Schopenhauer a las
tres grandes humillaciones de la megalomanía humana.[5]
La piel como un río. 11.17
Julián Valle 2011
Julián Valle 2011
Manuel Maceiras
Fafian[6]-en el libro Shopenhauer y Kierkegaard: sentimiento y
pasión- expresa ante las palabras
de Schopenhauer, tomando las palabras del Sofista platónico,
Aquella socrática sorpresa: ¿Qué extraña doctrina pretendes enseñarnos, Extranjero?
Le
sorprende y decepciona que todo el audaz pensamiento de Schopenhauer concluya
en una sorprendente y única solicitud:
reducir el hombre y el mundo a la nada.
Esta
conclusión final no decepcionaría a
los ascetas que aniquilan la voluntad negándola como fenómeno. Pero su vida nos revela ese "qué"
del mundo por el que se preguntaba la filosofía: "Todo este mundo nuestro
tan real, con todos sus soles y galaxias, es nada"[7].
Nada
Nada
Nada
Nada
Nada
Nada
Nada
Nada
Nada
[1] Arthur Shopenhauer. El mundo
como voluntad y representación. Volumen
II. Traducción de Pilar López de Santa María). Madrid: Editorial Trotta,
2003, p.230. (W.W.V. II, libro
IV, cap. 71, p. 487.)
[2] Relieve
especial como género que sólo encontraremos en sus contemporáneos ingleses.
[3] Javier Arnaldo.
El movimiento romántico. Historia del
Arte nº 39. Madrid: Historia 16, 1989, p.64.
[4] Jens Christian
Jensen. Caspar David Friedrich. Vida y obra. Barcelona: Editorial Blume, 1980,
p. 191.
[5] Humillación cosmológica, humillación
biológica y humillación psicológica. Ver:
Rüdiger Safranski. Schopenhauer y los años
salvajes de la filosofía. (Versión española
de José Planells Puchades) Madrid: Alianza Editorial, 1991, p. 470.
[6]Manuel Maceiras Fafian. Shopenhauer y Kierkegaard: sentimiento y
pasión. Madrid: Editorial Cincel, 1985, p.104.
[7]Arthur
Shopenhauer. El mundo como voluntad y representación. Volumen I. Estudio introductorio.(Estudio y
traducción de Pilar López de Santa María). Madrid: Editorial Trotta,
2004, p.10.
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