que el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar*
R.M. Rilke
El
sentimiento de lo sublime, en Kant, es
el sólido cimiento de un nuevo sentimiento de la naturaleza y el paisaje
que desarrollará -a partir de ese momento- de una forma algo desordenada,
caótica: el sujeto queda en suspensión ante ese objeto que le excede y
sobrepasa, que amenaza su integridad; pero también experimenta un sentimiento
placentero
Resultado
de un conflicto interno: se sobrepone al
miedo y a la angustia mediante un sentimiento de placer más poderoso que,
teñido y tamizado por ese miedo y esa angustia, se vuelve más punzante y más
picante.[1]
Y un goce moral: un dato de la sensibilidad
(p.ejem. un desierto en el crepúsculo)
se entrelaza con una idea de la razón: un grano de arena frente a un universo en expansión.
Kant tiene como
precedente inmediato la obra de Edmund Burke[2], a partir de ese momento, lo
bello y lo sublime, serán entendidos como categorías opuestas dentro de un
nuevo orden estético.
Después de Kant,
el sentimiento estético, no quedará ya limitado a la categoría de lo bello. Lo
bello será presencia divina, revelación del infinito en lo finito para los
románticos y los filósofos de la naturaleza; para Hegel, Schelling, Krause: lo bello será
comienzo hacia el corazón mismo de lo divino. Lo sublime experimenta una
metamorfosis entre lo clásico y lo romántico que va de lo visible a lo oculto,
trasladando
el centro de interés del objeto y la imitación naturalista al sujeto a la
proyección externa del potencial subjetivo y expresivo de este. [3]
A
lo sublime de Burke, desarrollado por Kant habría que añadir la significativa
aportación de Arthur Schopenhauer, todos recurrirán a sugestivas imágenes
literarias que “ilustren” el concepto de sublime, siempre como algo oscuro,
oculto, velado, parecería que están
reclamando la opinión de nuestro filósofo de Danzig.
La
filosofía del arte de Schopenhauer se sustenta sobre las Ideas platónicas y la
teoría del artista genio. Por medio
de la obra de arte accedemos a la esencia de la realidad, olvidando el
sufrimiento: Un estado de liberación, de despojamiento de la individualidad,
aunque sólo sea momentánea, un estado de beatitud: el prisionero de la caverna de Platón ha sido liberado.
El sujeto se pierde en la
contemplación del objeto, abandona la realidad subjetiva, deja de ser prisionero. Ese observador ideal es el artista.
en
vez de eso concentramos todo el poder de nuestro espíritu en la intuición,
sumergiéndonos totalmente en ella, y permitimos que la conciencia se llene con
la apacible contemplación de los objetos naturales presentes en cada momento.[4]
Ese
ensimismamiento en el objeto –perdiéndonos
en los objetos- que hace que nos olvidemos de nosotros mismos, que
existamos como claro espejo del objeto.
Este acceder al qué de las cosas para contemplar la Idea platónica.
Este
estado de la mente, esta sumisión pasiva a los objetos fue denominado por
Schopenhauer como percepción, como contemplación o placer estético y como actitud estética.[5]
en lo bello, el conocimiento puro ha
ganado la supremacía sin lucha [7]
la
belleza del objeto aparta sin resistencia a la voluntad. En un sentimiento
completo de lo sublime, el grado
máximo,
ese
estado de conocimiento puro se logra, en primer lugar, arrancándose consciente
y violentamente a las relaciones desfavorables del objeto con la voluntad[8].
Para
Schopenhauer la esencia de lo real es la irracionalidad. El arte[9], más allá de lo bello, será un modo de conocimiento[10], más cuando el
conocimiento intelectual abarca sólo el fenómeno, el mundo como representación.
Este arte nos remite a la voluntad,
la verdadera esencia del mundo. Será el tránsito desde el conocimiento común de
las cosas al conocimiento de las ideas
se produce
repentinamente, al liberarse el conocimiento del servicio de la voluntad, y de este modo el sujeto deja de ser algo
meramente individual para convertirse ahora en sujeto del conocimiento puro y sin voliciones, que ya no se preocupa de las relaciones conforme al
principio de razón, sino que reposa y se pierde en la contemplación fija del
objeto que se presenta al margen de su conexión con otros objetos.[11]
El arte revela las
Ideas eternas a través de varios grados, las diferentes disciplinas artísticas:
arquitectura, escultura, pintura, poesía lírica, poesía trágica y la música. La
arquitectura, el ser creada con fines utilitarios impide que sea un arte
esencial. La escultura y la pintura tendrán un valor estético superior, el artista
se aproxima aún más a la esencia de la voluntad. La poesía será un grado más
elevado, y dentro de ésta, la tragedia, como el género poético más elevado de
todos. El poeta se acerca a la esencia de la humanidad fuera del tiempo. La
música sería expresión del sentimiento tal y como es en sí mismo: revelación de
la voluntad. Una revelación que es como una cortina rasgada al vacío, a un
abismo que sube e inunda la superficie
de esta belleza más allá de la belleza.
La
belleza es siempre un velo (ordenado) a través del cual debe presentirse el
caos.[12]
Por
encima del arte, en el último estadio en el camino a la liberación del dolor,
está el conocimiento de la esencia de todo lo que es. El arte sólo llega a ser
una liberación momentánea del dolor, una evasión de la servidumbre de la
voluntad.
*Rainer María Rilke. Elegías Duinesas, 1ª Elegía. En Antología poética. (Estudio, versión y notas de Jaime Ferreiro Alemparte) Madrid: Espasa-Calpe, Colección Austral, 1982, p. 113.
[1] Eugenio. Trías. Lo bello y lo siniestro. Barcelona: Editorial Ariel, 2001, p.35.
[1] Eugenio. Trías. Lo bello y lo siniestro. Barcelona: Editorial Ariel, 2001, p.35.
[2] Edmund Burke
(1729-1797) A Philosolophical Enquiry intothe Origin of our Ideas of the Sublime and Beautiful, 1757. Adelaide: The
University of Library, 2010.
[3] Samuel H.
Monks. The Sublime: A Study of CriticalTheories in XVIII Century in England. Nueva York: Modern Language
Association of America, 1935, p.12-13.
[4] Arthur
Shopenhauer. En Shopenhauer I, opus cit., p.217
y ss. (W.W.V. II, libro III, cap. 34, p.210.)
[5] Wladislaw Tatarkiewicz. Historia de seis ideas.(Traducción de
Fracisco Rodríguez Martín) Madrid: Editorial Tecnos, 2001, p361.
[6] Arthur
Shopenhauer. El mundo como voluntad y representación. En Shopenhauer I, opus cit., p.246
y ss. (W.W.V. II, libro III, cap. 39, p.243 y ss.)
[7] Ibidem, p.242. (W.W.V. II, libro III, cap.
39, p.238.)
[8] Ibidem, p.242. (W.W.V. II, libro III, cap.
39, p.238.)
[9] Al arte
dedicará «La representación
independientemente del principio de razón: la Idea platónica: el objeto del
arte» el tercer libro de El
mundo como voluntad y representación.
[10] «Para
Schopenhauer hay dos formas de comunicar el conocimiento: cuando es abstracto,
cuando es conocimiento de la razón, cuando es conocimiento científico o
filosófico, “por nociones y palabras”; y a través del arte cuando es intuitivo.
Si tenemos en cuenta la superioridad en cuanto a riqueza de contenido de la
intuición sobre la abstracción, caeremos en la cuenta de por qué Schopenhauer
entiende el arte como una forma de conocimiento.» José Martínez Rodríguez. Schopenhauer y la crisis del concepto
moderno de razón. En Digitum
http://hdl.handle.net/10201/795 Tesis-Universidad de Murcia,
Facultad de Filosofía, 1998, p.112.
[11] Arthur
Shopenhauer. El mundo como voluntad y representación. En Shopenhauer I, opus cit., p.217.
(W.W.V. II, libro III, cap. 34, p. 209 y 210.)
[12] Eugenio. Trías. Lo bello y lo siniestro, opus cit., pp.51,52.
No hay comentarios:
Publicar un comentario