David Hockney au plein air


Últimamente reviso mi trabajo en pintura de 1998 y 1999, así -poco a poco- completo mi web. Tengo que hacer selección y tomármelo con tranquilidad: están en diferentes soportes, algunos antidiluvianos, y siempre encuentro sorpresas. Esta vez son una serie de pequeñas tablas -más bien tacos- de madera que -una vez imprimadas- me llevaba en el bolsillo para pintar au plein air en lugares cercanos al estudio. Cuando dibujaba en los cuadernos utilizaba flores, lluvia, o barro, aquí sólo hacía falta, a modo de pincel, un bastoncillo de algodón y la mano como caballete y paleta... y mis primeros colores de óleo al agua. Resultan excelentes para esta actividad: discretos, sin "montar el número", y con un soporte que ocupa la palma de la mano. Aquí están dos de estos tacos de madera.




El trabajar en estas circunstancias tan especiales nos recuerda a toda una época en la Historia del Arte que sirvió para cambiar radicalmente la forma de hacer y entender el paisaje. Después del magisterio de mi admirado Jean-Baptiste-Camille Corot y de la posterior apeteosis retiniana vino un periodo de oscuridad y calma. Aún así esta forma de pintar se mantuvo -y se mantiene- aún como una práctica efectista y amanerada. Todo vuelve  al interior del pintor, pues pintar es utilizar nuestro interior como caja de resonancia. 

Pero aún hay artistas que practican esta modalidad de pintura que en ciertos círculos de influencia es tan denostada: por ser "pintura-pintura" y por ser "paisaje". Volvemos a revivir aquella época en que era considerado como un género menor: antes estaba por encima lo histórico, o lo mitológico, el tema social, más o menos como ahora, lo importante es un arte con mensaje, lo "literario". 

Pero siempre queda un reducto de inconformistas, los que realmente arriesgan algo, aquellos que no necesitan ser rémora de nada. Uno de ellos es David Hockney, haciendo pintura "a plein air" y además atreviéndose con grandes formatos. 
Siempre ha sido un artista lleno de energía. Ha trabajado, sin ningún complejo con diferentes técnicas sin perder de vista la tradición de la pintura. Es para recordar su trabajo con polaroids , un material que no ha perdido la frescura después de casi tres décadas. Y ahora con iPad.




Cuando en algunos ambientes modernillos se menosprecia la pintura, ya superada por la pintura expandida, la bla,bla,bla, blá...o la pintura sin pintura, tenemos a este "joven artista" dando una lección de lo que se puede hacer con materiales y soportes “convencionales”. Está claro que el asunto es el cómo –queridos- y el qué. Y el porqué. Después eliges los medios, los soportes. Puede parecer una paradoja, pero si trabajas con pintura sabes que no puedes hacer trampa: trampa, no para el ojo -trompe-l'œil-  para las mentes. Personalmente creo que la gran dificultad en la práctica de la pintura es llegar al punto de tener conciencia de la realidad del soporte: una superficie manchada en dos dimensiones. Suena a kōan, pues sí, algo así puede ser.
No sólo importa el concepto en el arte, también la experiencia. Y esta forma de "entender" la pintura, a plein air, es realmente una expiriencia.





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