La piel como un río

XIII

A sus pies el tiempo ilumina el valle  
mientras  este rincón del mundo
reposa en la pendiente de la ladera.
Los pájaros acechan
dispersos, entre los árboles
hablando desconocidas lenguas.
Se asoman umbrales en la pendiente
que la profundidad de la tierra
puso cara a la luz.
Y hay dos puertas oscuras
pareadas, en un muro encalado
que soporta un desplome de verdor.
Con un banco en cada margen
limitando esta antesala
limpia de cantos y hierba seca.
Donde el musgo se extiende lento
confiado- hasta ser fría alfombra 
de olor a sombras.

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