16.1.13

Restos de un naufragio_Boltanski


 
Hay trabajos en arte que ves que se han hecho por inercia: el diletante juega a ser artista, artista profundo, aunque diga que reniega de ello. Hay otros artistas, grandes en profundidad, que ocupan un lugar que nadie antes había ocupado, y que luego queda ahí instalado con la lógica de lo que es necesario.  ¿No es acaso esto lo que hace que el arte sea para muchos algo necesario? Christian Boltanski hace un arte que recorre esas estancias de lo profundamente humano.
 
 Boltanski recoge, o salva, objetos hechos o tocados por la mano, reconstrucciones, también inventarios, o envíos postales, desde pequeñas películas a grabaciones fonográficas, recoge...o acoge sombras, o fotografías. Lo más evidente de este material tan heterogéneo es que nos remite a un recorrido vital, breve, largo, a un tiempo reciente, o lejano: y nos conecta con ello.
 
 Llama la atención la pobreza de estos materiales, la predilección de este artista por lo aparentemente insignificante[1]. Esto se corresponde con los supuestos protagonistas de sus trabajos, protagonistas anónimos -los que están en la sombra- y que en muchos casos aparecen con rostros casi espectrales, como sombras de rostros, como el rostro  del otro definido por su sombra. Aquí no será  Boltanski quien dicte lo que ha de ser leído, es el espectador -quien recorre con su mirada, muchas veces mirada doliente- el que interpreta las obras.
 
 Y lo recorremos  como restos de un naufragio: allí el artista sólo reúne y marca su posición. En la obra Propiedad perdida , realizada  en el hangar de tren de Tramway (Glasgow) reunió en estanterías -etiquetados cuidadosamente-  todos los objetos perdidos y  no reclamados desde seis meses atrás. Y en Cloaca máxima (1994) fueron objetos recuperados de una alcantarilla de Zúrich, esta vez presentados al visitante dentro de una vitrina. Es visible la relación existente en la presentación de estos objetos con lo que identificamos como lo museable para, utilizando objetos sin interés, practicar una especie de antropología de lo cotidiano.  En las vitrinas, estos objetos, incluso  toman el valor de reliquia,  y su desgaste remite a un uso, al tiempo de una vida que ha pasado[2]: a la ausencia, el vacío cálido, la piedad por lo irremediablemente perdido. 
 
En la búsqueda de los indicios de la existencia del otro están los signos de nuestra propia desaparición. Como en L'inventaire des objets ayant appartenu à une femme de Bois-Colombes (1974)[3] Son objetos que podrían haber sido de cualquiera de nosotros…pero pertenecieron a una persona concretaúnica:..une femme de Bois-Colombes.





[1] Paradójicamente estos objetos insignificantes, que no representan, que no tienen importancia, se convierten gracias a la mise en scène de Boltanski en signo, rastro, en indicio de una cosa distinta, que presentimos importante.
 
[2] En muchas ocasiones los objetos recogidos por Boltanski pertenecieron a personas fallecidas. 
 
[3] Inventario de objetos que pertenecieron a una mujer de Bois-Colombes.(1974) Un inventario de una mujer anónima. Boltanski fotografía todos los objetos: los títulos (pies de foto) son pulóver, abrigo (...) impermeable, abrigo, blusa, blusa (...) vestido, blusa, blusa. Quince fotos por página que contienen imágenes (...) ropa...muebles…comprobantes...de cheques…facturas…cartas…cuaderno de notas. 
 
 
 
 
 

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